Salí hacia Medellín como siempre: no para salir de un lugar, sino para descubrir uno nuevo. Siempre es un poquito confuso porque, para conocer algo nuevo, siempre tienes que dejar algo atrás. Los recuerdos y los sentimientos se quedan; la gente y los lugares cambian.
Me Quedé en un lugar fantástico con gente muy chévere por lo que suponía que iba a ser una semana. Varios factores me hicieron cambiar de opinión, uno de ellos estar trabajando y estudiando, un otro porque mi estado de ánimo no estaba muy alto en ese periodo del año que siempre fue un poco estresante para mi los años pasados.
Estando en Medellín, fui por supuesto a ver el trabajo de Fernando Botero. Las esculturas en frente del Museo de Antioquia ocupan bien el espacio, como cualquier obra de Botero, y mientras miraba un pájaro encima de una de ellas, pensé “Jaaaa… los pájaros de Botero”, justo cuando la paloma empezó a moverse.
En este museo, una obra me dejó tan pasmado con sus colores y sus detalles que pensé que eran increíbles para ser una pintura, hasta que me di cuenta que era una foto digital de un paisaje con colores que parecían de otro mundo. Así son los Andes; esta obra de Camilo Echavarría se llama “Panorámica del río Cauca y los Datos de la Pintada desde la hacienda El Porvenir”, de la serie Atlas de los Andes.
Volví a quedar con M. de nuevo, después de nuestro primer encuentro en Nicaragua, en Vipassana. Fui con el para comprar algo necesitaba para su nueva ocupación, y acabamos en la tienda de Gloria, un lugar y una persona que yo recomiendo fervientemente si buscas artesanías de Colombia. La puedes encontrar en el Centro Artesanal Mi Viejo Pueblo, CRA. 49 #53-20, Local 38, Medellín.
Justo después fui para tomar una cerveza en un bar para ver el ultimo partido de Colombia en el Mundial 2018, con mi nueva camiseta (una promesa a mi familia de Bogotá), tomando una ducha de cerveza y abrazando al azar a alguien cuando la selección colombiana empataba en el ultimo minuto del partido. Compré donuts y cerveza para el final del partido con mis anfitriones; estos siempre son buenos, independientemente del resultado.
Fui a ver proyectos como el Morro de Moravia o el teleférico por el Parque Arvi, que son proyectos urbanos muy chévere, aunque ellos seguramente aun nos hacen preguntarnos sobre la manera en la que ayudan o han ayudado a la población local.
Parece que al metro de Medellín le gustan canciones de Guns N’ Roses también, porque yo escuché algunas de ellas diferentes estaciones mientras viajaba. “Knockin’ on Heaven’s Door” & “Don’t cry” entre ellas. :)
Una de las cosas más destacadas de mi estancia en Medellín fue ir a ver una obra de teatro con mi anfitriones A+A, que encontré al azar en la calle mientras mi humor no estaba en el mejor momento en ese día de aniversario. En fin, tuve una tarde muy tranquila y visité ese maravilloso lugar que es Matacandelas, con discusiones muy agradables el resto de la noche…
Mientras esperaba el autobús que me llevaría a Necoclí, mirando afuera por la puerta de embarque, las luces urbanas en las faldas de las montañas circundantes me cautivaron, como mil estrellas que se casi se podían tocar…
Medellín seguramente continuará viajando conmigo ya que hice la promesa de enviar fotos durante el viaje a una persona de allí.
Muchas gracias a M. por la corrección de pruebas!